Queridos hermanos
Comenzamos hoy un nuevo tiempo de cuaresma. Es un tiempo oportuno para dirigiros unas palabras y animaros a vivir más profundamente nuestra vocación dominicana.
Este tiempo oportuno, es un tiempo para alimentar el espíritu, y un tiempo tambien para confrontar la forma de vivir que llevamos con lo que es la forma de vivir como religiosos dominicos. Muchas veces pensamos que vivimos como dominicos por el hecho de haber hecho la profesión, y sinceramente y como muchas veces reconocemos, estamos muy lejos de realmente vivir como tal. ¿Cómo debo vivir como dominico? Os invito a hacer esta reflexión. Para ello os invito a leer nuestras constituciones pausada y comunitariamente con el único deseo de encarnar mejor el espíritu dominicano. ¿Tenemos miedo a tener que cambiar nuestro estilo de vida personal o comunitario? ¿tenemos miedo a adentrarnos en el camino de la conversión? Si hay un camino que nos puede ayudar a vivir más profundamente nuestra vocación dominicana es abrir nuestra vida y no tener miedo a que entre la luz. No tener miedo a entrar en el proceso de conversión que nos mueva y nos renueve. No tener miedo a confrontar si nuestro estilo de vida, si nuestra forma de vivir es realmente espiritual y dominicana. Si el espíritu está aún vivo o necesitamos reanimarlo.
A los hermano que nos precedieron en la orden les animaba el encarnar la vida apostólica, encarnar el evangelio, como Santo Domingo ser ̈evangelio viviente ̈. Y vivirlo según nos propone nuestra Orden. Cuando leo las constituciones, veo muy claro cómo es encarnar la vida dominicana. De qué manera tan bonita y clara nos los describen. Os invito a leerlas, a ser el espejo donde se refleje lo que es ser dominico.
Hermanos, os invito en este tiempo de cuaresma a tener un encuentro comunitario semanal para leer las constituciones y para buscar la forma de vivir de acuerdo a lo que nos enseñan. Invito a los superiores a animar a su comunidad a poner en práctica, a encarnar lo que nos enseñan.
Pero para ello se precisa un espíritu, el espíritu de Jesús, ese espíritu de comunión con el Padre, ese alimento que nos abre a la conversión y al deseo de vivir en plenitud nuestra vocación personal, a vivir en continuo estado de conversión, en continuo deseo de vivir la comunión, la fraternidad.
Como en otras ocasiones pido que este mensaje se lea a nivel personal, que el superior lo lea a nivel comunitario y busque el tiempo oportuno para el encuentro semanal que propongo. Encomendamos a María este tiempo de cuaresma y lo que propongo. Que ella como Madre nos lleve de la mano e interceda por nosotros.
Fraternalmente
Fr. Ruben op