No-violencia significa literalmente decir no a la violencia, o la negación de la violencia como método hacia un cambio social, la justicia y la paz. No significa resistencia pasiva a males sociales, o retirada del mundo, sino una no-violencia activa -como camino contrario a la violencia- con palabras denunciantes y verdaderas, y las correspondientes obras: palabras y obras que no provocan y están impregnadas de paz. La no-violencia no significa rendirse, o falta de compromiso social, o pasividad. No devuelve mal por mal, Es una cualidad de un auténtico amor humano y cristiano, que presupone la justicia, y respeta la verdad y la libertad. El Papa Benedicto XVI dice que “para los cristianos, la no-violencia no es una táctica de comportamiento social sino una manera de ser de la persona, la actitud de quien está convencido del amor y el poder de Dios”.
Para muchas personas, grupos sociales y diversas religiones, la no-violencia es el camino ético adecuado para conseguir la justicia y la paz. Para los cristianos, Jesús es el siervo sufriente del profeta Isaías (cf. Is caps. 42-53) que testimonia y proclama que nos opongamos a la norma “ojo por ojo y diente por diente”, y predica que “no pongamos resistencia al que nos hace el mal” (Mt 5:38-39), que amemos a nuestros enemigos y recemos por nuestros perseguidores (cf. Mt 5:44). Él también dijo, “envaina la espada; quien a espada mata a espada muere” (Mt 26:52). Orígenes comenta: “Con estas palabras el Señor desarmó a todos los cristianos” (Contra Celsum).
El Concilio Vaticano II contribuyó a la promoción creciente del movimiento de la no-violencia en la Iglesia. Los Padres de este concilio afirman: “Movidos por el mismo Espíritu, no podemos dejar de alabar a aquellos que, renunciando a la violencia para exigir sus derechos, recurren a los medios de defensa, que, por otra parte, están al alcance incluso de los más débiles, con tal de que esto sea posible sin lesionar los derechos y obligaciones de otros o de la sociedad” (GS, 78).
Gandhi, Martin Luther King Jr., San Oscar Romero –apóstoles de la no-violencia- testimoniaron el camino del amor no violento. Palabras de Gandhi: “Conquista el odio con el amor, la falsedad con la verdad, la violencia con el sufrimiento; nada si no es la no-violencia organizada para chequear la violencia organizada del gobierno”. Martin Luther King: “No obedeceremos leyes injustas ni nos someteremos a prácticas injustas. Lo haremos pacíficamente, abiertamente, alegremente porque nuestro objetivo es persuadir. Adoptamos los medios de la no-violencia porque nuestro fin es una comunidad en paz consigo misma”. San Oscar Arnulfo Romero: “Nunca hemos predicado la violencia, excepto la violencia del amor, que dejó a Cristo clavado en la cruz, la violencia que cada uno de nosotros debe hacerse a sí mismo, para vencer nuestro egoísmo y las crueles desigualdades entre nosotros”.
El camino de la no-violencia hacia un cambio personal y social puede hacerse por diferentes estrategias y tácticas, como por ejemplo protestas, demonstraciones, piquetes, boicots, huelgas -incluyendo la huelga de hambre-, encuentros de oración, etc. Una estrategia importante, difícil y frecuentemente exitosa es la llamada estrategia de la desobediencia civil. “Civil” significa una demonstración pública y pacífica, que no causa daños ni a personas ni a propiedades públicas o privadas. “Desobediencia” se refiere a la desobediencia de leyes injustas, o a desobedecer leyes civiles penales para protestar una grave injusticia.
Sin embargo, las distintas tácticas de la desobediencia civil deben llevarse a cabo solamente cuando los medios pacíficos ordinarios han fracasado: el cumplimiento de las leyes correspondientes, el diálogo, la mediación, el arbitraje, etc.
Ciertamente el camino de la no-violencia no es nada fácil porque el sufrimiento es parte del viaje. Más pronto que tarde, muchos participantes se cansarán de la aparente ineficacia, a corto plazo, de la lucha pacífica no-violenta y quizás caigan en la tentación de reemplazarla poco a poco con estrategias violentas, o simplemente se retiran.
Como podemos observar en diferentes naciones, las demonstraciones públicas masivas comienzan pacíficamente, pero no siguen así –pacíficamente- por mucho tiempo. De hecho, la resistencia colectiva es el elemento más difícil en una estrategia exitosa hacia la justicia y la paz. Para una constante resistencia colectiva, los manifestantes no violentos necesitan –como es claro en la vida de los testigos icónicos de la no-violencia- una espiritualidad profunda, que implica una actitud vital de amor y perdón, la purificación del alma y una motivación pura. Para un contexto semejante, Santo Tomas de Aquino escribió estas palabras confortantes: No solamente el que sufre por su fe en Cristo sufre por Cristo, sino también el que sufre debido a cualquier acción de justicia por amor a Cristo (In Ep. Ad Rom.).
Unos días antes de la ejemplar revolución pacífica Filipina de EDSA (1986), que derribó la dictadura del Presidente Ferdinand Marcos, la Conferencia Episcopal Filipina publicó una declaración después de las elecciones fraudulentas (Post-Election Statement) en la que los obispos filipinos rechazaban en términos proféticos por una parte la apatía social, y por otra, los medios violentos, y proponían el camino de la no-violencia para luchar contra las injusticias, la corrupción y las mentiras del actual régimen: “El camino de la lucha no-violenta por la justicia es el camino indicado para nosotros ahora. Esto quiere decir resistencia activa al mal por medios pacíficos -siguiendo a Cristo… Insistimos: Nuestro actuar debe ser siempre según el Evangelio de Jesucristo, esto es, de manera pacífica, no-violenta”.
Sabias palabras del Papa Francisco: “En estas semanas estamos viendo protestas populares numerosas en el mundo –en muchas partes- que manifiestan un malestar creciente en la sociedad civil, y que es debido a situaciones políticas y sociales críticas”. El Papa argentino aconseja lo siguiente: “Mientras yo animo a los manifestantes a presentar sus peticiones sin dejarse vencer por la tentación de la agresividad y la violencia, apelo a todos aquellos que tienen responsabilidades públicas y gubernamentales que escuchen la voz de sus ciudadanos y consideren sus aspiraciones justas, asegurando un respeto total por los derechos humanos y las libertades civiles”. El Papa Francisco concluye: “Finalmente, invito a las comunidades cristianas que viven en estos contextos, y bajo la guía de sus Pastores, a trabajar por el diálogo, siempre a favor del diálogo, del perdón, de la reconciliación” (Angelus, 13 de septiembre, 2020).
Por el camino de la lucha no-violenta por la justicia y la paz, la oración siempre ayuda. En la perspectiva de la fe cristiana, la no-violencia es una no-violencia orante. Recordamos las palabras de Jesús siempre relevantes: Amad a vuestros enemigos, tratad bien a los que os odian, bendecid a quienes os maldicen, rezad por los que os injurian (Lc 6:27-28).
Por Fausto Gómez, OP.