En la Solemnidad de los Apóstoles SS. Peter y Paul celebrada el 29 de junio, dos de nuestros hermanos, fray Buenaventura Qi Mengzhao, OP y fray Louis Wang Weijiang, OP, renovaron su profesión religiosa por un año durante la misa comunitaria incorporada con Laudes. Fray Jacinto HE, OP, Prior del Convento de San Alberto Magno, presidió la Eucaristía.

El Padre Jacinto dijo a los dos hermanos en su homilía que estos dos apóstoles, como el resto de sus seguidores, fueron llamados personalmente por Jesús de diferentes maneras. Cada persona tiene su personalidad y carácter único que podrían dar la impresión que atacamos  unos a otros y podría interpretarse como que no es posible llegar a ser amigos o incluso conocidos. Sin embargo, ellos se dieron cuenta de su vocación, perseverando hasta el final. Los dos apóstoles son elegidos por Jesús. Vienen de diferentes culturas, estilos de vida, personalidades y caracteres, también se mantuvieron diferentes opiniones, e incluso Paul criticó a Peter, pero nos dejaron un ejemplo extraordinario de diálogo fraternal entre ellos. Lo que no impidió que mantuvieran posiciones radicalmente opuestas,  sin embargo, su propósito no incluía intereses egoístas, sino el bien del proyecto se Jesús y su Reino, la comunión y la armonía de la iglesia, para descubrir juntos la voluntad de Dios.

Al igual que estos dos grandes apóstoles, fueron llamados a seguir a Jesús y, como nosotros, venimos de diferentes países y culturas, y crecimos en diversas tradiciones familiares. Pero también se nos llama con todos nuestros talentos personales, nuestras deficiencias y limitaciones. Es por eso, cuando aceptamos la pluralidad de opiniones y las expresamos en nuestras comunidades que también tenemos la capacidad de aceptarnos, tolerar diferencias y comunicarnos para compartir, integrar y buscar consenso para favorecer el bien común.

Buenaventura y Louis han sido llamados por Jesús para seguirlo y ahora desean renovar su compromiso como frailes de la Orden del Predicador en la Provincia de Nuestra Señora del Rosario. Y esto, en cierto modo, es imitar a Pedro, dispuesto a avanzar más, a profundizar, a profesar su fe y a predicar el evangelio. También es imitar a Pablo, que mantuvo su fe y fue testigo de la vida del evangelio.

 Oramos de un modo muy especial por estos dos hermanos, pidiéndole a Dios que les dé el don del entusiasmo juvenil, la pasión ardiente por el Evangelio y la gracia inescrutable del celo apostólico para aceptar todas las pruebas y desafíos en el camino de su respuesta a la llamada. Finalmente, para que puedan perseverar en su profesión hasta el final, sirviendo al Señor Jesucristo para siempre.