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Celebración: Fiesta de la Santísima Virgen María del Rosario

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Al conmemorar la fiesta de la Santísima Virgen María del Rosario, Patrona de la Provincia, me gustaría invitarles a renovar el compromiso con la oración y la fraternidad para que, fortalecidos por el poder del Espíritu, podamos responder como ella con renovada generosidad: “Aquí estoy, Señor, hágase en mí según tu palabra”.

Esta fiesta es una maravillosa oportunidad para dar gracias a Dios por todas las bendiciones que ha derramado sobre cada uno de los hermanos de la Provincia y por el fiel servicio que hemos prestado a la misión con la predicación y el testimonio. Sin embargo, aunque seamos perfectos y generosos, sabemos que, como seres humanos, hubo y habrá numerosas deficiencias. Por lo tanto, no debemos dejar de renovarnos volviendo a analizar nuestra determinación de dar lo mejor de nosotros y de implorar la poderosa intercesión de la Madre de Dios sobre nosotros y sobre nuestro ministerio.

Estamos rodeados de conflictos, guerras, injusticias y calamidades naturales a lo ancho del mundo, pero si miramos dentro de nuestras casas nos damos cuenta de que debemos ser más generosos y fieles en nuestro compromiso con la oración, la comunidad y el trabajo. Tenemos que perdonar y olvidar innumerables cosas para unirnos más fraternalmente en el vínculo de la caridad y la vida fraterna en comunidad. Del mismo modo, debemos abstenernos de propagar noticias o hacer comentarios que no favorecen el buen nombre de los frailes, porque divulgan defectos e imperfecciones que puedan escandalizar a quienes consideran la vida religiosa como una forma ideal y santa de vivir.

Cuando los medios de comunicación no se utilizan bien pueden ser fuente de división y crear polarizaciones no deseadas.Recientemente, escuché historias de las que nunca había oído pese a haber estado vinculado a los círculos administrativos de la Provincia. Esto me lleva a pensar que, si algo hubiera sucedido, la prudencia requiere mantener los asuntos dentro de los límites propios de la confidencialidad. Y, si no hay evidencia, entonces estamos difundiendo falsos rumores. 

La vida inmaculada de la Madre de Dios es una invitación para luchar y comprometernos con una forma más santa de vivir. Prometamos servir a Dios renovando nuestra felicidad y alegría de servir a la misión para que, al ser instrumentos en las manos del Señor, podamos trabajar por el reino de Dios entre su pueblo. 

¡Feliz día de fiesta a todos!

Fr. Bonifacio Solís García, OP

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